Fernando de viaje

Diario de viaje

Un Domingo en París

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El título de esta entrada es bien para una película pedorra de Woody Allen. El viaje arrancó el sábado 28 de febrero a las 15:50 cuando salió el avión de Air France de Carrasco. Por suerte pude pedir asiento al lado del pasillo, así me podía levantar cuando quisiera. Llegué a los 25 minutos más o menos a Ezeiza y nos tuvimos que bajar.

Ahí en Ezeiza aproveché para estirar las piernas y caminar, que se venía la maratón de avión a París. Como había WiFi estuve boludeando en internet.

Durante las 12 horas que duró el vuelo, no dormí casi nada. No había ninguna película que me llamara la atención y estaba cansado (el viernes me acosté como a las 3 y me levanté el sábado a las 8~9). Conclusión, se me hizo eterno, miré Pulp Fiction y no mucho más para contar.

En Paris no tenía que levantar la valija, iba derecho a destino. Así que éramos la mochila y yo. Caminé un poco por el aeropuerto hasta que encontré información de transporte. El tren Paris RER hace el recorrido desde el aeropuerto hasta la ciudad y vuelta. Con una foto del recorrido y un mapa de EuroDisney de la ciudad alcanzó para moverme:

Me costó no dormirme en el tren, demora como 40 minutos creo. Elegí la parada que está en la Catedral de Notre Dame. Estaba lleno de gente, turistas de todos lados y una cola enorme para entrar. Muchos palitos de selfie. Di unas vueltas por la plaza frente a la catedral y saqué algunas fotos:

A pedido del público, empecé a sacar selfies:

Tachado de la lista uno de los lugares a visitar de París. Miré en el mapa cómo llegar a la Torre Eiffel y seguí. Caminé un rato a lo largo del río (¿Siena?). En las veredas hay muchos localcitos tipo feria. Hay un montón de pintores vendiendo cosas en la calle. También venden los típicos souvenirs para turista, y mucha revista y libro antiguos. No compré nada.

Camino a la Torre Eiffel vi en el mapa que tenía el Museo del Louvre de pasada. Me acerqué hasta ahí para mirarlo de afuera nomás. Estaba bastante cansado como para entrar, pero aproveché para sacar más fotos:

Como ven ya se identifica en el horizonte la Torre Eiffel. “No parece gran cosa”:

Seguí camino y me empezó a dar hambre. Me metí más “para el centro” y empecé a ver restoranes y cafés por todos lados hasta que encontré uno que me gustó. No hacía mucho frío, y caminando menos, supuestamente habían 10 grados. Pero igual me senté adentro para comer.

Pedí una ensalada que tenía de todo: lechuga, tomate, unas verduras tipo zanahoria bien finitas con cabito incluido, chauchas (del tipo chatas y de las más “cilíndricas”), rúcula, un tipo de repollo violeta pero más blando y de color medio distinto, y varias verduras más que no conozco :P Condimentado con aceites y vinagres cool que no identifico y frutos secos. Para tomar me pedí un café frío, y estaba imponente. Después de comer me pedí un Espresso. Creo que esos dos cafés fueron de los más ricos que he tomado, bien fuertes y densos. Probablemente la única razón por la que no caí dormido caminando por la calle.

Al lado mío había una pareja sentada con un perrito, y se escuchaba que había otro en otra parte del restorán. Perritooos <3

Seguí mi camino hacia la torre. Me encontré con una juguetería que por lástima estaba cerrada. Porque sino me hubiera RE comprado ese hermoso Robby de la película Forbidden Planet y/o algún otro robotito:

También me encontré con otra iglesia de arquitectura interesante en el camino:

Finalmente, tras una larga caminata llena de aventuras, llegué a la Torre Eiffel. Espectacular:

A pesar de la sensación épica de ver la majestuosa torre, hubo otra imagen que llenó de lágrimas mis ojos por la emoción. Mi oasis en el desierto:

Les recuerdo que había tomado dos cafés con el almuerzo y hacía rato que venía caminando…

Tras descargar líquido en el baño público, continué paseando alrededor de la Torre. Habían bastantes turistas aunque supongo que no tantos como en épocas de temporada. A continuación varias fotos de la torre en distintos ángulos y posiciones:

Y la esperada selfie:

Volví caminando a tomar el tren en la terminal de Notre Dame. En el camino me encontré con la calle de Constantine, que estoy seguro debe su nombre a John Constantine de Hellblazer:

El poco rato que estuve en Paris estuvo bastante bueno. Es raro escuchar a todo el mundo hablando en francés, intenté acostumbrar el oído a ver si aprendía algo o cazaba lo que decían, pero no es fácil sin haber estudiado. Refresqué y aprendí varias palabras del idioma:

  • omelette au fromage - omelet de queso
  • bonjour - hola
  • au revoir - chau
  • merci - gracias
  • monsieur - señor
  • madame - ¿señora? ¿dama?
  • oui - sí
  • je - yo
  • Je ne parle francais - yo no hablo francés
  • pâtisserie - pastelería

De todas formas cada vez que me comunicaba con alguien arrancaba con “Do you speak English?” y siempre tuve éxito. Sabiendo inglés uno se maneja bien.

Llegué de nuevo al aeropuerto y a pesar de que era bastante temprano, fui haciendo todo el trámite de migraciones y demás. Ya en el gate de salida empecé a escuchar gente hablando en inglés y sentí un alivio de entender lo que estaba diciendo la gente cerca mío.

Tomé el avión que salió unos minutos atrasados. Era un vuelo corto así que el avión era bien ómnibus con alas (igual que todos, pero más impresión de ómnibus por sus dimensiones). Traté inútilmente de dormir, no pude… Llegué a Edinburgo sano y salvo, pero eso es cuento para otro díá.

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